Rodeado de mil personas a la vez, intentando abrirse paso
por la sudorosa multitud que se mueve para un lado y para otro dependiendo
quien sabe de qué, empuja, grita, pega, se queda sin aire… maldita la hora en
la que entró a aquel extraño bar.
Se abre paso por entre baile y alcohol, se siente
desconcertado y todavía no consigue llegar a la salida, pero, ¿es allí a donde
desea llegar? ¿cuál es la diferencia de llegar a casa y quedarse en ese antro
embriagándose?
Ninguna, pues Katalina no se encuentra en ninguno de los dos
lados y además vive con su papá y su mamá, está condenado a una noche de
soledad en la cual sus sueños son su esperanza y su tortura por poder verla.
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