domingo, 4 de octubre de 2015

3 a.m.

Rodeado de mil personas a la vez, intentando abrirse paso por la sudorosa multitud que se mueve para un lado y para otro dependiendo quien sabe de qué, empuja, grita, pega, se queda sin aire… maldita la hora en la que entró a aquel extraño bar.

Se abre paso por entre baile y alcohol, se siente desconcertado y todavía no consigue llegar a la salida, pero, ¿es allí a donde desea llegar? ¿cuál es la diferencia de llegar a casa y quedarse en ese antro embriagándose?


Ninguna, pues Katalina no se encuentra en ninguno de los dos lados y además vive con su papá y su mamá, está condenado a una noche de soledad en la cual sus sueños son su esperanza y su tortura por poder verla.

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